lunes, 22 de marzo de 2010

Mi primera infidelidad

Cuando me case, solía pensar que era el final de los cuentos (el… y vivieron felices para siempre), pero no fue así, yo era muy joven para tener una responsabilidad tan grande, con solo 22 años, y terminando una carrera pensé que me podía comer el mundo de un solo bocado.

Me case con Jesús, muy enamorada, cuando éramos novios conocimos lo ardientes que podíamos ser, siempre se preocupo por llenar mis expectativas, por complacerme y por llenarme de todo lo que yo necesitaba, pero éramos tan diferentes, el es 5 años más grande que yo, abogado de profesión, pero sin haber ejercido nunca, hijo de familia, y acostumbrado a que le resolvieran la vida sus hermanos, yo todo lo contrario, ya que desde los 18 vivo sola y soy completamente independiente. Pero bueno nos casamos y de inmediato cambio su forma de ser conmigo, ya no me veía como la mujer a la que debía conquistar, sino como un objeto de su propiedad que debía estar en su casa para atenderlo.

Así pasaron dos años de "feliz matrimonio", sin reclamar nada y siempre deseando mas, mi loca cabeza empezó a imaginar miles de amantes que saciaban las ansias de mi cuerpo, y fue así que apareció Iván, una tarde estaba por salir de la oficina y llegó buscando asesoría legal, sin darme cuenta del tiempo que había pasado cuando se despidió ya estaba oscuro, y se ofreció a llevarme a casa, por lo tarde que era acepte, en el camino ya no éramos la abogada y el cliente, sino dos personas que sufrían la indiferencia de sus parejas, en esa semana fue a la oficina dos veces más, y el viernes decidí ir con él a tomar un café.

El día de la cita me arregle más de lo normal, y mi marido ni cuenta se dio, cuando llegó la hora Iván paso por mí al salir sus ojos llenos de asombro pasaban del escote de mi blusa a mis piernas descubiertas, fuimos a un lugar pequeño y discreto, había música en vivo, y poca luz, las mesas eran pequeñas y nuestras rodillas chocaban, sentí su mano en mi rodilla buscando subir por mi pierna, salimos de ahí y al subir a su auto me invito a su departamento, en el camino supe que al día siguiente de que nos conocimos su esposa se había ido de la casa, las palabras fueron "diferencias irreconciliables". Por un momento pensé en Jesús, e hice una llamada que nunca atendieron, así que llegamos a su casa, un lugar pequeño pero acogedor y bien ordenado, afuera se desato una tormenta como reclamando lo que hacíamos, sirvió una copa de vino para cada uno, el frio de afuera y el calor del vino empezaron a subirse a mi cabeza, nunca me imagine que después de casarme estaría en el departamento de un hombre que no era mi marido.

Nos sentamos en la alfombra a ver como llovía por el enorme ventanal, Iván me dijo que se pondría más cómodo, y se quito la corbata, mis zapatos quedaron a un lado, en poco tiempo me encontraba en sus brazos entrelazados en un profundo beso, sus manos grandes buscaron bajo mi falda, hasta llegar a mis interiores, dos de sus dedos hicieron a un lado mi tanga y penetraron hasta lo más mojado de mi ser, mis manos bajaron hasta su pantalón y encontraron un pene bastante crecido, empezamos a desnudarnos uno al otro, hasta que no pude más y le pedí que me penetrara, ahí en medio de la tormenta me hizo suya, cuando cerré los ojos, sentí que eran las manos de Jesús las que me tocaban pero un susurro me trajo de vuelta a la realidad, en un suave quejido llegamos al orgasmo mi amante y yo, sin decir una sola palabra me levante me puse la ropa y salí dejando dormido a Iván.

Llegué a casa, con cierto temor, Jesús estaba dormido ya, cuando le dije que había llegado apenas me contestó, ni siquiera se tomó la molestia de preguntar qué había pasado, en ese momento decidí, que no volvería a sufrir por una persona cuya indiferencia era colosal, y que tendría todos los amantes que quisieran apagar ese fuego que había en mi, dormí con el olor de Iván en mi cuerpo, a la mañana siguiente todo fue diferente.

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