lunes, 22 de marzo de 2010

Mi mujer se despacho a gusto

Un día, en la cafetería desayunando con los compañeros y compañeras del trabajo, Antonio nos comento que habían abierto un Sex-shop. En este, había una habitación redonda que estaba llena de agujeros, hasta un total de 20. Los agujeros estaban hechos para introducir por ahí los penes, o poner el coño o culo en el redondel. Al otro lado se metía una mujer o un hombre, para darse el gustazo de pasárselo en grande con lo que asomase por ahí. Tanto los hombres como las mujeres tenían que pagar 50€ por una cabina individual que les aislaba del resto de personas. Ninguno de los participantes podía ver quien estaba en la cabina del centro, a no ser que hubiera consentimiento de esa persona. Para ello había que introducir un billete de 20€ por una ranura y esperar que el del lado contrario lo cogiera y pulsara un botón verde que liberaba la visión y permitía al del otro lado ver perfectamente. Eso funcionaba en los dos sentidos, es decir, que para que ambos lados se vieran cada uno debía introducir su dinero y esperar que la parte contraria liberase su botón verde. También existía la posibilidad de que una de las partes se negara y entonces solo había visión en un sentido. El cristal que separaba las dos partes de esa cabina se volvía transparente en un sentido u otro, o en ambos. Pero el que optaba por esta opción tenía que saber que todo aquel que a su vez hubiera abierto su ventana podría verlo a él y viceversa.

Cabía la posibilidad de que en la cabina central, hubiese más de una persona, siempre que estuvieran de acuerdo. Antes de entrar en las cabinas había un cartel que avisaba de que sexo o sexos eran las personas que iban a ingresar en la cabina central.

Todo esto nos lo contaba de oídas, porque él no había estado, "por supuesto" ja, ja. A quien iba a engañar, todos sabíamos que era un salido. Cuando estuvimos a solas me confesó que el si había estado y me paso un folleto de propaganda en el que explicaba todo lo que había contado. También me dijo que si me animaba podíamos ir juntos algún día, le dije que me lo pensaría.

A mí, lo que me rondaba por la cabeza es que me gustaría ver en la cabina central a mi mujer, exprimiendo todas las vergas que asomasen. Cuando llegue a casa se lo conté y le deje el folleto para que lo leyera, venia ilustrado con fotos en las que se veía a una mujer muy voluptuosa recorriendo los diferentes agujeros mientras que se metía las poyas en su boca y coño…Al final había una foto en la que se la veía con corridas por la cara y tetas. Mientras que mi mujer devoraba el folleto con la vista, yo le levante la falda y le metía mano desde atrás, aparte el tanga a un lado y la penetre mientras que por encima de su hombro veía las fotos y me imaginaba que era ella la que estaba ahí. Termine inundándole el coño de mi corrida entre sus jadeos, mientras que le decía al oído que me la había imaginado como la de la foto. Volviendo la cara me pregunto.

  • ¿De verdad de te gustaría que fuese tan guarra, y verme llena de semen de otros?

Mira que soy capaz de follarme a todos y dejarte a ti con un palmo de narices.

  • Sí, me excita muchísimo pensarte ahí en medio, paseando desnuda a la vista de todos mientras que te veo como disfrutas.
  • Lo tendré en cuenta, ¡cerdo!, mientras decía esto me agarraba el tronco del pene, todavía erecto.

Pasaron los días sin volver a comentar nada al respecto. Un día me llego un mensaje al teléfono, era de Carmen. En el me decía que estaría en la cabina central del sex-shop a las 20.30 horas y que no faltase, si no me lo quería perder. Me excite nada mas imaginarlo, y haciéndome el ingenuo le dije a Antonio que si podíamos ir esa tarde al sex-shop, a ver lo que me había contado, sin decirle que la que estaría allí, sería mi mujer. Accedió gustoso y quedamos a las 8 delante del sex-shop.

A la hora convenida nos encontramos y entramos juntos al sex-shop. A la entrada de las cabinas, en un cartel, anunciaba una mujer en la próxima sesión. Antonio y yo nos separamos dirigiéndonos a nuestras respectivas cabinas, él entro cuatro más allá de la mía. Me quede esperando. Yo ya no sabía si sería mi mujer o no, directamente puse los 10€ en la ranura y pulse una luz verde en mi ventanilla solicitando su autorización para ver la cabina y salir de las dudas.

Oí como se iban abriendo trampillas e intuí que alguien había entrado en la cabina central, se abrió la mía y procedí a bajarme los pantalones y sacar mi poya por el agujero, por el altavoz de mi cabina se oían jadeos y los sonidos que se suponía que serian de una boca chupando un pene. De repente mi ventana se volvió transparente y vi a mi mujer de espaldas, se le veía su culo muy sexy y sus tetas balanceándose según andaba dado su buen tamaño (una 105 de talla) eso sí, muy bien puestas. Se dirigía a los agujeros que había enfrente, solo asomaban tres penes, aun flácidos. Agachándose procedió a meterse uno de ellos en la boca y empezar a succionarlo, mientras, yo la veía a cuatro patas con su culo y coño asomando en medio de sus piernas. Eso hizo que mi pene se pusiera rígido de golpe.

Las cabinas se fueron llenando y apareciendo penes por las aberturas, a la vez que se veían billetes en las ranuras solicitando que les abriesen las trampillas para poder ver..Mi mujer iba de agujero en agujero sobando penes y comiéndoselos con la boca. Se situó en la abertura de Antonio y cogió el billete y apretó el botón verde liberando la ventanilla, al abrirse vi a Antonio. Mi mujer dándose la vuelta cogió la poya y la apunto a la entrada de su vagina introduciéndosela. Yo la veía agachada hacia delante con las tetas colgando mientras se balanceaban al ritmo de sus arremetidas contra la poya que salía de la pared. Antonio con los ojos fijos en su culo estaba muy excitado, y yo más, viendo que mi compañero se estaba follando a mi mujer sin él saberlo..Mi mujer se retiro y le dejo con el pene goteando semen, a la vez que de su coño escurrían hilos.

Se situó delante de un enorme pene, en la ranura había un billete solicitando la apertura, Carmen lo ignoro y a su vez metió el billete que me había cogido a mí en la otra ranura solicitando a su vez que fuera él quien se dejase ver. El billete desapareció y la ventanilla se abrió dejando ver su interior. Carmen se debió quedar con la misma cara que yo, el propietario de semejante aparato era mi padre, que tiene 55 años, Carmen se dio la vuelta mirándome a los ojos, después de un momento de duda se agacho y volviéndose se metió la enorme poya en la boca, mi padre con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás se veía como disfrutaba de la mamada que le estaba haciendo su nuera, sin él saberlo. Mi mujer con el culo en popa y su coño brillando del semen de Antonio estaba entregada a hacerle una mamada de campeonato, la poya casi no cabía en su boca, ni de largo ni de ancho. Carmen se levanto y pegando su culo a la poya se la introdujo en su coño hasta el fondo, a la vez que cogía con las manos las dos poyas que aparecían en las aberturas de los lados. Cuando intuyo que estaba a punto de correrse, se la saco y agachándose se la dirigió a la boca, pero no le dio tiempo, la eyaculación le estallo en la cara. Los chorros se estrellaban en su cara, una y otra vez, en una eyaculación que parecía que no iba a acabar, la leche resbalaba de su cara para caer en sus tetas.

Cuando se incorporo dejando a mi padre vacio, estaba como la que había salido en la foto del folleto de propaganda, su cara y pecho estaban completamente salpicados de semen.

Carmen se dirigió a todas las ranuras cogiendo los billetes, se la veía muy excitante, con la cara y pecho llenos de semen mientras que caminaba mostrándose. Su culo y tetas se menaban a ritmo hipnotizando las miradas de todos los hombres que iban apareciendo liberando las ventanillas, excepto la de mi padre. Después volvió a hacer el mismo recorrido metiendo los billetes en las ranuras y solicitando a todos que a su vez abrieran las ventanillas para que ella pudiera ver a los dueños de los penes que asomaban.

Fue haciendo un recorrido por todas los agujeros cogiendo las poyas y haciéndolas que se corrieran o bien en su boca o en su coño. Cuando andaba de una a otra se veía como chorros de esperma se deslizaban de su coño resbalando por las pantorrillas y tetas haciéndolas brillar con la luz, su cara era todo un poema llena de semen.

Se arrimo a mi cabina y con la cara manchada del semen, parte de mi padre, se metió mi poya en la boca, sus labios recorrían mi pene arriba y abajo hasta conseguir que explotara en un orgasmo dentro de su garganta, ella hacía esfuerzos para tragárselo todo, pero de la comisura se escavan restos de semen que salían de entre sus labios.

Cuando acabo con todos se dirigió a la puerta y salió desapareciendo. Yo me recompuse las ropas y salí buscando a Antonio. Nos encontramos y salimos de allí, íbamos comentado la escena.

  • Joder que tía mas puta, has visto como disfrutaba chupando, a mi me ha dejado los huevos secos, vaya follada que me ha dado, y a el del poyon, que pasada de mamada le ha hecho.

Mi mujer me estaba esperando en el coche, no se había puesto las bragas y se pasaba un de do por el clítoris húmedo todavía por los restos que quedaban en su interior y que pco a poco iban saliendo. Nos fuimos a casa y follamos como posesos toda la noche pensando en repetirlo otra vez. Carmen me comento que le gustaría que la próxima estuviera mi padre también, para poder saborear esa enorme poya de nuevo.

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